16/8/12

La religión de "el grupito" que controla La Voz tiene dos dioses: el dinero y el poder

Hemos recibido numerosos correos, ¡más de doscientos!, y nos ha llamado la atención que la mayoría de quienes se refieren a la línea político-editorial de La Voz estén convencidos de que el periódico es una especie de órgano semioficial del PP.
No es así, aunque es cierto que las querencias políticas del editor tiran hacia la derecha y las del director general... ¡para que decir!
Sin menoscabo de lo dicho, los que trabajábamos o trabajamos en el Grupo Voz hemos comprobado en reiteradas ocasiones que "el grupito" que controla el periódico milita en el partido del dinerosu "hoja de ruta" es contable, su guía espiritual el poder y su catecismo de gestión tiene cuatro mandamientos:
1. Cultivar el ego de Santiago Rey Fernández-Latorre y satisfacer sus demandas económicas (ocultando decisiones cotidianas, evitando que hable con según quienes y contándole milongas),
2. Evitar que Novagalicia Banco endurezca su posición respecto a los compromisos financieros y la deuda del Grupo Voz (con anterioridad esa "responsabilidad" recaía en Caixa Galica; o sea, en José Luis Méndez López),
3. Reforzar al máximo el control de la Redacción de La Voz, así como del aparato administrativo y técnico, y
4. Estrechar lazos con el partido político que ostente mayor cuota de poder en las instituciones gallegas (Xunta y grandes ayuntamientos), a fin de conseguir ayudas, subvenciones y demás favores.
Lógicamente, el hecho de que el PP domine la Xunta y la mayoría de los municipios gallegos facilita la labor de "el grupito" y de Luis Miguel Lois Blanco, que tanto ideológica como "sentimentalmente" está estrechamente relacionado con el partido conservador.
Sin embargo, conviene no engañarse: el PP no es el responsable de lo que publica La Voz y ni siquiera necesita presionar para que sus máximos responsables informativos adopten posiciones y tomen decisiones que favorezcan al partido de Mariano Rajoy y Núñez Feijoo en los asuntos y cuando interese.
La dirección del PP sabe que tiene amigos muy bien colocados en La Voz y llegado el caso los utiliza, como ya hizo con Bieto Rubido (aunque entonces solo puntualmente y en casos capitales, como cuando se hundió el "Prestige").
Además, el PP sabe que Xosé Luis Vilela (director de Redacción) carece de convicciones firmes, profesionalmente es blando, y solo aspira a mantener el puesto y la nómina.
Por su parte, Santiago Pérez (gerente) y la mayoría de los actuales directores o jefes de departamento sólo están interesados en una cosa: seguir muñendo la vaquiña mientras dé leche y el propietario lo permita.
Salvo durante la primera etapa del periódico (siglo XIX), de ideología liberal, La Voz ha evitado apuntarse formalmente a una ideología con siglas y hasta hace unos años cuando apostaba por alguien lo disimulaba con notable éxito.
Ha habido directores que abrieron el abanico y que incluso admitieron "trangresiones", pero la empresa (sus propietarios) siempre tiró hacia la derecha o al centro-derecha (como casi todas) y, excepcionalmente, amigó con el centro que representaba el socialdemócrata Francisco Vázquez (a la sazón alcalde de A Coruña).
Esa posición empresarial solo se quebró durante el breve período en el que Santiago Rey cedió el timón a sus hijos, Santiago y Emilio Rey Berguer, proclives a amigar con el centro y el centro-izquierda, y con el nacionalismo moderado.
Mientras Santiago Rey no vea peligrar gravemente sus dos bienes más preciados, dinero y prestigio, nada cambiará, entre otras cosas porque el PP está muy bien representado y sus peones muy bien colocados en La Voz y, sobre todo, porque controla las ayudas, subvenciones, publicidad, etc. etc. etc.